miércoles, 17 de agosto de 2011

EE.UU. después de la 2da. Guerra Mundial





Como consecuencia, entre otras cosas, de la implantación del llamado Estado de bienestar, a partir de fines de la Segunda Guerra Mundial, importantes sectores sociales de los países industrializados aumentaron, considerablemente, el poder adquisitivo. Para mantener esa situación de mejoramiento salarial y de cobertura social, era necesario acrecentar la producción y, en forma paralela, el consumo para que se pudiera absorber todo lo fabricado.
Fue una época de adelantos tecnológicos. El mejoramiento salarial se dio a partir de las negociaciones entre los sindicatos y las organizaciones patronales, y asegurando las mayores ganancias a los empresarios. Para sostener este nivel de vida, era necesario aumentar el consumo, aún de productos superfluos que comenzaron a ser publicitados como imprescindibles. A fin de lograr ese objetivo, fue creado en los Estados Unidos un nuevo estilo de vida, que comenzó a difundirse como el american way of Iife (estilo de vida americano). Para ello, se utilizaron dos elementos: la publicidad y la disminución de la calidad de los productos, con el fin de que tuvieran menor vida útil y por lo tanto, fuera necesario reponerlos más rápidamente.
Esta nueva forma de vida se basaba en el consumo de todo tipo de artículos, como uno de los principales caminos para la realización individual de los seres humanos. Se dejaban en segundo plano muchos de los valores culturales sostenidos hasta entonces, como el crecimiento intelectual y espiritual. Después de la Segunda Guerra, el avance tecnológico (en electrónica, física y química), la mayor disponibilidad de mano de obra —producto de la paz y del aumento demográfico— ocasionaron un gran incremento de la producción industrial. Para mantener y aumentar el nivel de ganancias de los empresarios, fue necesario elevar el consumo, para lo cual se incorporó a los sectores medios en el mercado consumidor de productos antes reservados a las clases privilegiadas, tales como, electrodomésticos, automóviles, etc.
A este modelo basado en el consumo masivo se lo denominó sociedad de consumo. Dos elementos fundamentales ayudaron a instalar el consumismo: la publicidad y las ventas a crédito.
Se estimulaba a través del cine, la radio, la televisión, de los diarios y de las revistas, el deseo por acceder a un mundo ideal y fantástico, al cual sólo se ingresaba comprando determinadas “marcas” de productos. Desde los medios de comunicación se impulsó la idea que para triunfar en la vida, había que manejar tal automóvil, beber determinada gaseosa o vestir la ropa de los famosos. Incluso, las manifestaciones artísticas, como la música, el cine, el teatro o la literatura, eran impuestas por la propaganda de las empresas discográficas, las distribuidoras cinematográficas y por las empresas teatrales o editoriales.
Frente a esta influencia cultural, marcada y guiada por la sociedad de consumo, nacieron en la postguerra pensamientos alternativos a los dominantes, es decir verdaderos movimientos contraculturales: todos dieron muestras de inconformismo, rebeldía y resistencia a la imposición cultural a la que se sentían sometidos.
La denominada cultura beat se originó en los Estados Unidos en la década del ’50 y fue la expresión de una generación que no creía en los mitos de los adelantos científicos que habían producido la mecanización, ni en la adoración del dinero como medio de satisfacción.
Por otra lado un vasto sector de la sociedad quedó excluída de los beneficios de la prosperidad económica, uno de estos sectores sociales, los afroamericanos, históricamente víctimas de la discriminación y la segregación comienzan a organizarse tomando protagonismo a fines del ’50 y durante los ’60 y ’70.
En el plano político, durante la década del ’50, con el comienzo de la Guerra Fría se desarrolló un proceso de represión y persecución política a todos aquellos que resultaban “sospechosos” de ser comunistas y agentes del gobierno de la U.R.S.S. En realidad, con este justificativo, el sistema político norteamericano se encargó de intentar eliminar todo cuestionamiento al sistema político, social y económico vigente. Fue el senador del Partido Republicano Joseph Mc Carthy, quien se convirtió durante unos años en la principal figura encargada perseguir disidentes. Fue en este período que se elaboraron listas negras en el mundo laboral, intelectual y artístico con el propósito de excluír a los disidentes y su influencia en la sociedad norteamericana.


“El hecho sobresaliente de la vida nacional norteamericana entre 1945 y 1965 fue el poderío hegemónico del país en el sistema de los estados occidentales y la expansión de Estados Unidos y los negocios relacionados con ellos durante lo que fue una ‘era imperial. Para asegurar el frente interior, la clase gobernante no sólo tenía que suprimir a la izquierda norteamericana, sino además conquistarse al movimiento obrero organizado. Logró esto ofreciendo a los sindicatos una parte del pastel imperial por medio de salarios reales más altos. La ‘era imperial’ fue también la base para la institucionalización del colaboracionismo de la clase en el movimiento obrero norteamericano, con la cooptación del liderazgo sindical (...)
Importa comprender que no fue toda la clase trabajadora, sino sectores de ella, los que recibieron una parte del pastel imperial. Los trabajadores no blancos y los no sindicalizados quedaron excluidos del trato. Por eso, la ‘era imperial’ se distinguió por conflictos crecientes entre el establishment y los grupos excluidos –minorías no blancas, blancos pobres, mujeres, estudiantes, los incapacitados, los indígenas norteamericanos- para citar sólo a los principales.
Y también por eso, el movimiento obrero norteamericano nunca representó realmente al conjunto de la clase trabajadora norteamericana, sino sólo a sectores privilegiados de la misma.
Importa también comprender que la cooptación del movimiento obrero norteamericano al sistema liberal gobernante después de la segunda guerra mundial, se efectuó mediante una purga masiva del movimiento obrero durante el período ‘de Mc Carthy’.” (Marlene Dixon – “La crisis y la clase obrera” en “EE.UU. hoy”, pp. 88 y 89)

Grandes movimientos de lucha por los derechos de los afroamericanos tuvieron una significación importantísima no sólo para la comunidad afroamericana sino para toda la sociedad norteamericana. Existieron distintas corrientes de pensamiento y de acción dentro de este movimiento. Algunos de los líderes más importantes fueron Martín Luther King y Malcolm X, con visiones distintas sobre la sociedad norteamericana y los objetivos que debían tener la comunidad afroamericana.

Martín Luther King
(Atlanta, 1929 - Memphis, EE UU, 1968) Pastor baptista estadounidense, defensor de los derechos civiles. Hijo de un ministro baptista, Martin Luther King estudió teología en la Universidad de Boston. Convertido en pastor baptista, en 1954 se hizo cargo de una iglesia en la ciudad de Montgomery, Alabama. Muy pronto dio muestras de su carisma y de su firme decisión de luchar por la defensa de los derechos civiles con métodos pacíficos, inspirándose en la figura de Mahatma Gandhi y en la teoría de la desobediencia civil de Henry David Thoreau. Al poco de llegar a Montgomery organizó y dirigió un masivo boicot de casi un año contra la segregación en los autobuses municipales. La fama de Martin Luther King se extendió rápidamente por todo el país y enseguida asumió la dirección del movimiento pacifista estadounidense, primero a través de la Southern Cristian Leadership Conference y más tarde del Congress of Racial Equality. Asimismo, como miembro de la Asociación para el Progreso de la Gente de Color, abrió otro frente para lograr mejoras en sus condiciones de vida. En 1960 aprovechó una sentada espontánea de estudiantes negros en Birmingham, Alabama, para iniciar una campaña de alcance nacional. En esta ocasión, Martin Luther King fue encarcelado y posteriormente liberado por la intercesión de John Fitgerald Kennedy, entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos, pero logró para los negros la igualdad de acceso a las bibliotecas, los comedores y los estacionamientos. En el verano de 1963, su lucha alcanzó uno de sus momentos culminantes cuando encabezó una gigantesca marcha sobre Washington, en la que participaron unas doscientas cincuenta mil personas, ante las cuales pronunció uno de sus más bellos discursos por la paz y la igualdad entre los seres humanos. La lucha de Martin Luther King tuvo un final trágico: el 4 de abril de 1968 fue asesinado en Memphis.
Trozo del discurso de Martín Luther King en la movilización en Washington de 1963.

"Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano". Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales". Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad. Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia. Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad. ¡Hoy tengo un sueño! Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas. ¡Hoy tengo un sueño! Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres."

MALCOLM X
(Malcolm Little) (Omaha, Nebraska, 1925 - Nueva York, 1965). Era hijo de un pastor protestante y de una mujer mulata, nacida de la violación de una negra por un hombre blanco; durante su infancia sufrió los continuos traslados de residencia de su familia, huyendo de las agresiones de grupos racistas, que culminaron con el asesinato de su padre en 1931. En 1942 se instaló en Nueva York y se convirtió en un criminal callejero (traficante de drogas, proxeneta, ladrón.). Condenado a siete años de cárcel en 1946, abandonó su adicción a las drogas, estudió por correspondencia y tomó contacto con la Nación del Islam (NOI), movimiento religioso musulmán liderado por Elijah Muhammad, que consideraba a los negros el pueblo favorito de Alá y a los blancos la personificación del diablo. Pasó así del crimen y la marginalidad a la que le habían condenado las circunstancias, a un eficaz activismo político en defensa de una minoría racial maltratada. Al salir de la cárcel en 1952 se adhirió a la Nación y cambió su apellido por la «X», que simbolizaba el apellido africano original que los negros americanos habían perdido. Desde finales de los cincuenta fue presentado por los medios de comunicación como un apóstol de la violencia, tergiversando su mensaje de rechazo de la dominación blanca y de autodefensa contra el racismo. Su popularidad determinó una rivalidad con Muhammad que terminaría con la escisión de Malcolm X en 1964. Fundó su propio movimiento, la Mezquita Musulmana. Cumplió el precepto religioso de peregrinar a La Meca, aprovechando para visitar siete países musulmanes. Este viaje le convirtió a una forma más ortodoxa del Islam, en la que veía posible la hermandad de todas las razas; abandonó el racismo de la NOI, dejó de predicar el separatismo y pasó a proponer un nacionalismo negro (emancipación sobre la base de tomar el control de sus propias organizaciones y comunidades). En un segundo viaje aquel año tomó contacto con importantes líderes africanos (Nasser, Nyerere, Nkrumah, Kenyatta.) e incorporó a su discurso la lucha contra el imperialismo norteamericano; su reflejo fue la fundación, todavía en 1964, de la Organización de la Unidad Afro-Americana, un movimiento laico de tendencia socialista. Estas transformaciones no llegaron a dar fruto, pues fue asesinado al año siguiente.

Algunas citas de Malcolm x:

"Toda la economía estadounidense está basada en la supremacía blanca. Hasta la filosofía religiosa es, en esencia, supremacía blanca. Un Jesús blanco. Una Virgen María blanca. Angeles blancos. Todo blanco. Pero, claro, un diablo negro", dijo en una entrevista en 1963
Durante sus últimos años, en la década rebelde de los 60 a nivel mundial, Malcolm X vincularía una y otra vez la lucha negra dentro de Estados Unidos con las luchas alrededor del mundo.
"La única manera que consiguiremos la libertad para nosotros es identificándonos con todo pueblo oprimido del mundo. Somos hermanos de sangre del pueblo de Brasil, Venezuela, Haití... Cuba -sí, Cuba también", declaró.
En otro momento señaló: "Es incorrecto clasificar la rebelión del negro como simplemente un conflicto radical de negro contra blanco y como un problema puramente estadunidense. Más bien, hoy día estamos observando una rebelión mundial de los oprimidos contra los opresores, los explotados contra el explotador".
“No soy demócrata, no soy republicano y ni siquiera me considero norteamericano (...) bueno, yo no creo en eso de engañarse uno a sí mismo. No me voy a sentar a tu mesa con el plato vacío para verte comer y decir que soy un comensal. Si yo no pruebo lo que hay en tu plato, sentarse a la mesa no hará de mi un comensal. Estar en Estados Unidos no nos hace norteamericanos. Haber nacido aquí no nos hace norteamericanos. Porque si el nacimiento nos hiciera norteamericanos, no se necesitaría ninguna enmienda a la Constitución, no habría que hacerle frente al entorpecimiento de los derechos civiles, ahora mismo en Washington. No hay que promulgar leyes de derechos civiles para hacer norteamericano a un polaco. No, yo no soy norteamericano. Soy uno entre los 22 millones de negros víctimas del norteamericanismo. Uno entre los 22 millones de negros víctimas de la democracia, que no es más que hipocresía enmascarada. Así es que no estoy aquí hablándoles como norteamericano, ni como patriota, ni como el que saluda a la bandera,no, yo no. Yo estoy hablando como víctima de este sistema norteamericano. Y yo a Estados Unidos de Norteamérica con los ojos de la víctima . No veo ningún sueño norteamericano, veo, una pesadilla norteamericana.” (Discurso de Malcolm X en Rev. Hechos del siglo XX. Fasc. 53)
“Cómo puede creer un negro que Estados Unidos es su nación? Lo trajeron encadenado, lo sometieron a esclavitud y trabajó como una mula durante trescientos años; lo separaron de su tierra, de su cultura, de su Dios, de su idioma.
Al negro le enseñaron a hablar la lengua del hombre blanco, a adorar al Dios blanco, y a aceptar al hombre blanco como a su superior. Este es un país de hombres blancos y el negro es sólo un exesclavo que trata ahora de integrarse en la casa del amo de esclavos. ¡Y el amo de esclavos no lo quierre! El negro pelea, se desangra y muere en todas las guerras que libra el hombre blanco,, e igual no se le hace justicia. Cuida los hijos del hombre blanco y le limpia la casa a sus mujeres, e igual no le dan la libertad, presenta la otra mejilla mientras lo linchan y mientras violan a su mujer, e igual no le conceden la igualdad. Y ustedes los negros integracionistas pretenden imponerse a su ex – amo, pretenden obligarlo a aceptarlos en su casa, quieren andar con las mujeres blancas más que con las mujeres de su propia clase.” (Cuadernos de Marcha nº12)
“Esta es una revolución verdadera. La revolución .. no consiste en mendigar el derecho a beber un caféen el mismo sitio de los blancos, jamás estará basada en el amor a los otros y el perdón de las ofensas... La revolución es la efusión de la sangre. En la revolución no hay compromiso. La revolución no transige con negociaciones. La revolución no reconoce forma alguna de gradualismo. No consiste en suplicar ante un sistema o sociedad corrompidos que nos acepte en su seno ... no existe sobre la tierra sistema que se haya mostrado más corrompido y criminal que éste en pleno 1964 tiene aún colonizados y reducidos a la esclavitud a 22 millones de afroamericanos.”

Panteras Negras. Organización política defensora de los derechos de los afroamericanos.

“Las perspectivas para el negro y la negra del ghetto, para los ‘lumpen’, son la cárcel, la muerte, el servicio militar o una vida generalmente corta, pero siempre dura y amarga. Todas las alternativas que nos ofrece el sistema tienen en común que nos destruyen de una manera antinatural. La situación del negro en los centros urbanos es tal que no le queda otra elección más que la acción revolucionaria.” (Huey P. Newton – Fundador de las Panteras Negras)
“ No usamos armas para disparar contra la gente blanca, sólo queremos defendernos de cualquiera, no importa su color, que injustamente trate de matarnos para impedir el cumplimiento de nuestros programas.” (Bobby Seale – Fundador de las Panteras Negras – 1970)
“... en los levantamientos pasados la gente expresó su asco por las injusticias de la sociedad, pero ahora debemos organizarnos y aprender a defendernos con armas cuando se nos ataca, pues de otro modo lo único que se logra es que los negros sean muertos, heridos o encarcelados. Debemos pensar en la seguridad de nuestra gente, aún cuando nuestros propios hermanos sean asesinados, no debemos sacrificar ‘soldados de la libertad’ inútilmente.” (idem.)

Nos consideramos como una nación dentro de la nación, pero no por razones racistas, sino como una necesidad para nuestro progreso como seres humanos. No combatimos al racismo con racismo, lo combatimos con internacionalismo proletario. Los que quieren confundir nuestra lucha con problemas étnicos son los mismo que apoyan y mantienen la explotación de las masas del pueblo, la explotación de los blancos, negros, latinos, indios, chinos y japoneses pobres y de los trabajadores en general. Todos nosotros somos trabajadores – empleados y sin empleo- y nuestra unidad debe basarse en el derecho a la vida, la libertad y a la búsqueda de la felicidad. Debe basarse en cosas prácticas como la supervivencia y el derecho del pueblo a la autodeterminación , para que sea posible forjar la solución de los problemas que todos enfrentamos. Creemos que nuestra lucha es una lucha de clases, no una lucha racial.”
(idem.)

lunes, 15 de agosto de 2011

EEUU en la posguerra











“En el aspecto demográfico, el crecimiento de EEUU es notable, los 145 millones de habitantes de 1947 son ya 250 en 1990, lo que supone un aumento del 75%, es decir, una tasa media anual del 1,3% en el conjunto del período. Estados Unidos son una sociedad multirracial que proclama, desde la Declaración de Independencia, la igualdad. Sin embargo, la realidad es muy distinta: la supremacía blanca, aunque disminuye progresivamente, domina la sociedad americana y ello se hace sentir.
Después de la II Guerra Mundial, la segregación racial dominaba Estados Unidos. Una de las primeras y más importantes movilizaciones contra la discriminación racial fue la de 1955, en Montgomery (Alabama), cuando se produjo un boicot de 380 días de la comunidad negra contra los autobuses de la ciudad , como consecuencia del arresto de una mujer negra que se había negado a ceder su asiento a un blanco, dándose a conocer en aquellos incidentes el líder Martin Lutther King. En 1960, como consecue3ncia del aumento de las protestas de la población negra y con la llegada al poder de los demócratas el movimiento contra la segregación se acelera, surgiendo el líder radical Malcolm X que muere asesinado en 1965. El apogeo del nacionalismo negro llega en la segunda mitad de los años sesenta con el Black Power y, en su forma más extrema, con los ‘Panteras Negras que prevén la organización de milicias de autodefensa.
(…)Por otra parte, …, la familia americana visto cuarteadas sus puritanas convicciones por el movimiento feminista, la revolución sexual, la liberalización de las costumbres, la inestabilidad del matrimonios, etc. A pesar, no obstante, de los progresos realizados en la igualdad social y racial, especialmente en el terreno legal, en la sociedad americana no todas las etnias han accedido igualmente a las riquezas del país: indios, negros, hispanos, etc., son los que se encuentran mayoritariamente en la zona más baja de la escala social. Las grandes ciudades son una buena muestra visual de esta desigualdad: por una parte, barrios no blancos como ghetos arruinados, por otra los distritos financieros (los central business districts) y comerciales de los grandes rascacielos.” (Aracil, Rafael; Oliver, Joan; Segura, Antoni – “El mundo actual. De la Segunda Guerra Mundial a nuestros días.” Ed. Universitat de Barcelona. España, 1998.239-241)

domingo, 14 de agosto de 2011

Los movimientos juveniles en las décadas del '60 y '70




El carácter iconoclasta de la nueva cultura juvenil afloró con la máxima
claridad en los momentos en que se le dio plasmación intelectual, como en
los carteles que se hicieron rápidamente famosos del mayo francés del 68:
«Prohibido prohibir», y en la máxima del radical pop norteamericano Jerry
Rubin de que uno nunca debe fiarse de alguien que no haya pasado una temporada
a la sombra (de una cárcel) (Wiener, 1984, p. 204). Contrariamente a
lo que pudiese parecer en un principio, estas no eran consignas políticas en
el sentido tradicional, ni siquiera en el sentido más estricto de abogar por la
derogación de leyes represivas. No era ese su objetivo, sino que eran anuncios
públicos de sentimientos y deseos privados. Tal como decía la consigna de
mayo del 68: «Tomo mis deseos por realidades, porque creo en la realidad
de mis deseos» (Katsiaficas, 1987, p. 101). Aunque tales deseos apareciesen
en declaraciones, grupos y movimientos públicos, incluso en lo que parecían
ser, y a veces acababan por desencadenar, rebeliones de las masas, el subjetivismo
era su esencia. «Lo personal es político» se convirtió en una importante
consigna del nuevo feminismo, que acaso fue el resultado más duradero
de los años de radicalización. Significaba algo más que la afirmación de
que el compromiso político obedecía a motivos y a satisfacciones personales,
y que el criterio del éxito político era cómo afectaba a la gente. En boca de
algunos, sólo quería decir que «todo lo que me preocupe, lo llamaré político
», como en el título de un libro de los años setenta, Fat Is a Feminist Issue*
(Orbach, 1978). La consigna de mayo del 68 «Cuando pienso en la revolución, me entran
ganas de hacer el amor» habría desconcertado no sólo a Lenin, sino también
a Ruth Fischer, la joven militante comunista vienesa cuya defensa de la promiscuidad
sexual atacó Lenin (Zetkin, 1968, pp. 28 ss.). Pero, en cambio,
hasta para los típicos radicales neomarxistas-leninistas de los años sesenta y
setenta, el agente de la Comintern de Brecht que, como un viajante de
comercio, «hacía el amor teniendo otras cosas en la mente» («Der Liebe
pflegte ich achtlos», Brecht, 1976, II, p. 722) habría resultado incomprensible.
Para ellos lo importante no era lo que los revolucionarios esperasen conseguir
con sus actos, sino lo que hacían y cómo se sentían al hacerlo. Hacer
el amor y hacer la revolución no podían separarse con claridad.
La liberación personal y la liberación social iban, pues, de la mano, y las
formas más evidentes de romper las ataduras del poder, las leyes y las normas
del estado, de los padres y de los vecinos eran el sexo y las drogas. El
primero, en sus múltiples formas, no estaba ya por descubrir. Lo que el poeta
conservador y melancólico quería decir con el verso «Las relaciones
sexuales empezaron en 1963» (Larkin, 1988, p. 167) no era que esta actividad
fuese poco corriente antes de los años sesenta o que él no la hubiese
practicado, sino que su carácter público cambió con —los ejemplos son
suyos— el proceso a El amante de Lady Chatterley y «el primer LP de los


Beatles». En los casos en que había existido una prohibición previa, estos
gestos contra los usos establecidos eran fáciles de hacer. En los casos en que
se había dado una cierta tolerancia oficial o extraoficial, como por ejemplo
en las relaciones lésbicas, el hecho de que eso era un gesto tenía que recalcarse
de modo especial. Comprometerse en público con lo que hasta entonces
estaba prohibido o no era convencional («salir a la luz») se convirtió,
pues, en algo importante. Las drogas, en cambio, menos el alcohol y el tabaco,
habían permanecido confinadas en reducidas subculturas de la alta
sociedad, la baja y los marginados, y no se beneficiaron de mayor permisividad
legal. Las drogas se difundieron no sólo como gesto de rebeldía, ya
que las sensaciones que posibilitaban les daban atractivo suficiente. No obstante,
el consumo de drogas era, por definición, una actividad ilegal, y el
mismo hecho de que la droga más popular entre los jóvenes occidentales, la
marihuana, fuese posiblemente menos dañina que el alcohol y el tabaco,
hacía del fumarla (generalmente, una actividad social) no sólo un acto de
desafío, sino de superioridad sobre quienes la habían prohibido. En los
anchos horizontes de la Norteamérica de los años sesenta, donde coincidían
los fans del rock con los estudiantes radicales, la frontera entre pegarse un
colocón y levantar barricadas a veces parecía nebulosa.


La nueva ampliación de los límites del comportamiento públicamente
aceptable, incluida su vertiente sexual, aumentó seguramente la experimentación
y la frecuencia de conductas hasta entonces consideradas inaceptables o
pervertidas, y las hizo más visibles. Así, en los Estados Unidos, la aparición
pública de una subcultura homosexual practicada abiertamente, incluso en
las dos ciudades que marcaban la pauta, San Francisco y Nueva York, y que
se influían mutuamente, no se produjo hasta bien entrados los años sesenta,
y su aparición como grupo de presión política en ambas ciudades, hasta los
años setenta (Duberman et ai, 1989, p. 460). Sin embargo, la importancia
principal de estos cambios estriba en que, implícita o explícitamente, rechazaban
la vieja ordenación histórica de las relaciones humanas dentro de la
sociedad, expresadas, sancionadas y simbolizadas por las convenciones y
prohibiciones sociales.
(texto extraído de "Historia del siglo XX" de Eric Hobsbawm)