jueves, 30 de septiembre de 2010

Economía latinamericana. Siglo XX.

“Con anterioridad al estallido de la Primera Guerra Mundial, en el mercado internacional ya se venían registrando cierta tendencias negativas para las economías de los países latinoamericanos.
La decisión de la mayoría de los países industrializados de aplicar políticas proteccionistas para sus producciones industriales y agropecuarias inició una tendencia a la disminución de las importaciones de bienes primarios por parte de los centros capitalistas.
Desde 1910 se verificó, además, un persistente deterioro de los precios relativos de los productos primarios, en particular de aquellos que podían ser reemplazados por materiales de origen sintético. El avance tecnológico había permitido sustituir, progresivamente, materias primas de origen natural por insumos elaborados por la industria. Estos fueron los casos, por ejemplo, del salitre chileno, el caucho brasileño y las fibras vegetales utilizadas por la industria textil que fueron reemplazadas por los nitratos, el caucho y las fibras textiles sintéticos.
Sin embargo, las sociedades latinoamericanas tenían sus estructuras productivas especializadas en la producción de bienes primarios y, en el corto plazo, no podían reorientarlas. Por estos mantuvieron sus producciones tradicionales, aunque el volumen de las exportaciones y los precios internacionales de los bienes exportados fueran cada vez menores.
El estallido del conflicto bélico provocó la desorganización de los patrones de intercambio comercial que los países periféricos y los centros industriales habían mantenido hasta entonces. Durante los primeros meses de la guerra, los países europeos dejaron de demandar las producciones latinoamericanas. En America latina esta decisión provocó la caída de los ingresos provenientes de las exportaciones y, en consecuencia, una importante reducción de las importaciones. Por otra parte, la oferta de las manufacturas industriales europeas también había quedado interrumpida por las dificultades en el transporte de ultramar.
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Desde comienzos del siglo XX, los Estados Unidos comenzaron a jugar un papel cada vez más importante en la economía internacional. Su ascenso se manifestó, en primer lugar, en un aumento de las inversiones y del comercio en y con algunos países de América Latina.
En 1913, México y los países de América Central y el Caribe hispánico, Venezuela, Ecuador, Perú y Colombia importaban más productos de los Estados Unidos que de Gran Bretaña. Al mismo tiempo, los Estados Unidos invertían cada vez más en los países latinoamericanos, sobre todo en las minas y los ferrocarriles mexicanos, el cobre peruano, los nitratos chilenos, los plátanos colombianos y el azúcar cubano.
El estallido de la Primera Guerra Mundial generó condiciones favorables para un mayor penetración económica estadounidense en la región.
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Después de la Primera Guerra Mundial, en las economías latinoamericanas comenzaron a manifestarse signos de agotamiento de un crecimiento basado exclusivamente en las exportaciones de bienes primarios. Las causas del agotamiento fueron varias y tuvieron distinto peso en cada uno de los países de la región.
Para algunas sociedades disminuyó la demanda externa de sus producciones; en otras, el derrumbe fue total o bien se trató cada vez más de producciones controladas por empresas extranjeras.
Además, en mayor o menor medida, hacia 1920, todas las economías exportadoras de bienes primarios experimentaron dificultades originadas por el agotamiento de las tierras en producción, la imposibilidad de incorporar de nuevas tierras y/o de realizar inversiones en tecnología y, en algunos casos, por la imposibilidad de contar con la mano de obra necesaria o adecuada.
El ‘crack’ financiero de Wall Street de 1929 y la crisis económica que se desencadenó a partir de 1930, en el corto plazo agravaron la caída de la demanda de la mayoría de los bienes primarios producidos por las sociedades latinoamericanas. A los volúmenes decrecientes de las exportaciones se sumó la caída de los precios de los productos exportados. Estos dos factores produjeron un fuerte déficit en la balanza comercial de gran parte de los países latinoamericanos.
Además, la mayoría de los Estados decidió asegurar puntualmente el pago de los servicios (intereses) de la deuda externa, que los gobiernos y los empresarios privados de los países latinoamericanos habían contraído antes de la crisis con los centros financieros internacionales –en particular, con los gobiernos de Gran Bretaña y los Estados Unidos y con diferentes bancos de esos países. A partir de 1930, los intereses de la deuda representaron una proporción cada vez mayor de los decrecientes ingresos obtenidos por las exportaciones. Por estas razones, en la mayoría de los países latinoamericanos se registró, además, un fuerte déficit en el saldo de la cuenta corriente de sus respectivas balanza de pagos.
Sin ingresos propios suficientes como para hacer frente al pago de los intereses de la deuda y sin posibilidades de obtener nuevos préstamos de capital como consecuencia de la depresión económica mundial, los Estados latinoamericanos se vieron obligados a intervenir en la economía con el fin de generar los recursos necesarios para equilibrar la balanza de pagos.
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Con el objetivo de reducir el déficit de la balanza comercial, los Estados latinoamericanos intentaron –con más o menos éxito- alcanzar acuerdos con los países industrializados para reestablecer sus exportaciones tradicionales. Pero, al mismo tiempo, comenzaron a impulsar la producción de algunas de las manufacturas industriales que hasta entonces se importaban. Éste proceso fue denominado ‘sustitución de importaciones’.
(Historia. El mundo contemporáneo. Alonso, Vázquez, Giavón)

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